viernes, 23 de septiembre de 2016

11. Nuestras palabras, nuestros hijos

Hace algunos meses fui con mis hijos al Club, nos alojamos en un bungalow. Éramos varias personas por eso yo dormía con mi Gabrielito en una cama de plaza y media. Al dormir lo abrazaba pues tenía temor que se cayera de la cama.

Un momento estuvo muy al filo y lo jalé hacia mí, él se despertó y le dije: Hijito ven más hacia mí para evitar te caigas de la cama, y el medio dormido me dijo: “mamá no me voy a caer, yo estoy protegido por ti!

La verdad me asombró gratamente su respuesta, y me di cuenta una vez más lo importante de nuestras palabras.

Cada vez que mi Gabrielito me dice que le tiene miedo a algo, yo siempre le digo  que él está protegido por mí, que yo estoy en su corazón y que lo amo, que siempre le irá bien  y que por eso debe confiar en sí mismo.


Una vez más me di cuenta de la importancia de nuestras palabras,  si los alimentamos con amor, si evitamos infundirles nuestros temores, si los dejamos actuar con libertad, sin dejar de vigilarlos, ayudaremos a que nuestros hijos sean más libres, más confiados, más seguros y por lo tanto serán más felices y el mundo será mejor.

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